El punto culminante de la temporada se acerca. Como decía Don
Luis: "Los campeonatos se ganan en los diez últimos partidos".
El Real se
encuentra a 14 fechas, si alcanza la final de la Champions, de cerrar el curso
futbolístico. Un Real que no perdía desde el 26 de octubre. Su visita al Camp
Nou terminó 2-1 a favor de los blaugranas, con gol del lesionado Jesé. Una vuelta
completa después; alcanzada la final de Copa, los cuartos de final en Europa y
el merecido primer puesto en Liga, el campeonato doméstico volvía a regalarnos
un Clásico.
El autobús blanco fue recibido en la entrada del Santiago
Bernabéu entre vítores y saltos de júbilo. Todo hacía presagiar que sería una
tarde cómoda para los locales, dejarían al Barça a 7 puntos y mantendrían la
distancia con los de Cholo.
La batalla del Puente Milivo significó el fin del
gobierno compartido y llevó a los de Constantino a encabezar occidente. Éstos
atribuyeron su victoria a una intervención divina. La noche anterior, Flavio
Constantino tuvo un sueño y, renunciando a su símbolo, logró la victoria y
consiguió convertirse en la máxima autoridad de los territorios occidentales
del Imperio.
La batalla comenzó en contra, pero Karim Benzema y Ángel Di
María consiguieron darle la vuelta. Sólo faltaba que el equipo comandado por
Cristiano acertase el momento de matar el partido, pero éste no llegó. De victoria
romana pasamos a Caída de Imperio. El Real renunció a su estilo y, al contrario
que Constantino, Ancelotti no vió su sueño cumplido.
Tres días después, visitaron territorio hostil. En 2011, el
equipo dirigido por Gregorio Manzano no fue capaz de dejar a Mourinho sin un
título. En 2014, bajo las órdenes de Emery, la unión Rakitic-Bacca iba a alejar la miel de
los labios madridistas. La decadencia y caída del Imperio Blanco era evidente,
al menos, para todos aquellos que ven en Barcelona y Atlético rivales incapaces
de perder un punto hasta el partido desenlace que les enfrenta en Catalunya.
Hoy, el heredero del Sabio de Hortaleza, Cholo Simeone,
acota aún más los partidos que deciden títulos y sentencia la cifra en cinco. Para
esa fecha, todo habrá cambiado. El margen de error ha desaparecido para el
conjunto de Concha Espina. En los partidos que restan sólo vale ganar, las
finales no se juegan. Al Real Madrid le queda consumar su obra.
Y si Dios descansó uno, el Real puede permitirse dos.